CRISTOBAL COLON
El 20 de mayo de 1506 muere en una humilde casa de Valladolid (el hombre pol�mico y misterioso, autodidacta y gran observador, descubri� el Nuevo Mundo el 12 de octubre de 1492, fue el primer almirante, virrey y gobernador de las Indias, y ense�� a los hombres de mar de su tiempo el camino a seguir para ir y volver de Am�rica) Crist�bal Col�n, en la m�s absoluta soledad. El conductor de la m�s extraordinaria de las expediciones, el descubridor de un nuevo mundo ante los ojos de los europeos, muri� sin saber exactamente cu�n importante hab�a sido su haza�a. No se le hizo justicia en vida, ni se le hizo justicia en el curso de la historia. El Continente que debi� llevar su nombre fue bautizado por error con el nombre del navegante Am�rico Vespucio. Independientemente de la conducta que observara Crist�bal Col�n en los diversos viajes descubridores, su trato con los naturales y los posibles actos de corrupci�n, apropiaci�n indebida de bienes que pertenec�an a la Corona espa�ola, el acontecimiento protagonizado por �l en 1492 no tiene precedentes en la historia de la humanidad. SU VIDA Crist�bal Col�n, nacido en G�nova en 1451, vivi� en esa ciudad hasta los 21 a�os. Se sabe muy poco de su infancia y de su preparaci�n escolar; pero est� demostrado que sab�a italiano, espa�ol, portugu�s y lat�n. Desde joven se inici� como marino y naveg� por todas las rutas conocidas entonces en el Mediterr�neo y el Atl�ntico. Sus padres fueron Dom�nico Colombo, maestro tejedor, lanero o tabernero, y Susana Fontanarrosa. De los cinco hijos del matrimonio, dos, Crist�bal y Bartolom�, tuvieron pronto vocaci�n marinera; el tercero fue Gi�como (Diego Col�n), que aprendi� el oficio de tejedor; y de los dos restantes, Giovanni muri� pronto, y la �nica mujer no dej� rastro. Recordando estos primeros a�os, Crist�bal escrib�a en 1501: "De muy peque�a edad entr� en la mar navegando, e lo he continuado fasta hoy& Ya pasan de cuarenta a�os que yo voy en este uso. Todo lo que fasta hoy se navega, todo lo he andado". El aprendizaje colombino se debi� hacer en galeras genovesas primero, como grumete; como marinero, desde los 15 a�os, y con mando en barco desde los 20 o 22 a�os. Entre 1470 y 1476 recorri� todas las rutas comerciales importantes del Mediterr�neo, desde Qu�os, en el Egeo, hasta la pen�nsula Ib�rica, al servicio de las m�s importantes firmas genovesas. Tambi�n particip� en empresas b�licas, como el enfrentamiento entre Renato de Anjou y el rey de Arag�n, Juan II, por la sucesi�n a la Corona de N�poles. Se afirma que, al amparo de tantas guerras y conflictos como entonces hab�a, ejerci� de corsario, actividad muy lucrativa y reconocida hasta en los tratados internacionales de la �poca. Vivi� muchos a�os en Portugal; visit� Inglaterra y las costa de Guinea en Africa. En 1474 Col�n concibi� el proyecto de navegar a Las Indias y pidi� consejo al sabio florentino Pablo Toscanelli, quien le indic� el camino del oc�ano que a su juicio era m�s corto que el que buscaban los portugueses por la costa de Africa. Toscanelli asignaba al globo terrestre dimensiones menores de las que tiene en realidad. Seg�n sus c�lculos, a 12.000 kil�metros al oeste de Lisboa, por el oc�ano, se llegaba a las costas de China. Col�n, partidario tambi�n de la redondez de la tierra, lleg� a la conclusi�n de que la ruta m�s c�moda deb�a pasar por las Islas Canarias desde donde bastar�a navegar 5.000 Kms. al oeste para llegar a Las Indias. En 1485 Col�n present� su proyecto a la reina Isabel de Castilla quien orden� pasarlo a una comisi�n de monjes y nobles para que dictaminaran al efecto. Despu�s de seis a�os de gestiones ante la Corte y de haber sido rechazado el Proyecto en dos oportunidades, Col�n se dispuso a abandonar Espa�a y ofrecer sus servicios al rey de Francia. La intervenci�n de Luis de Sant�ngel, rico comerciante e influyente consejero de los reyes, los decidi� a aceptar el Proyecto. El 17 de abril de 1492 se firmaron las Capitulaciones de Santa Fe, "Partida de Nacimiento de Am�rica", documento hist�rico important�simo que contiene las bases y condiciones para la realizaci�n del viaje de descubrimiento. Por las Capitulaciones de Santa Fe, Col�n recibi� de los Reyes el tratamiento de Don que lo elevaba a la condici�n de hidalgo; el t�tulo de Almirante de las islas y tierra firme que descubriera, con car�cter perpetuo y hereditario; el nombramiento de Virrey y Gobernador de dichas tierras, con el derecho de proponer candidatos para el gobierno de las mismas. Por �ltimo, se le reserv� a Col�n la d�cima parte de "cualquier mercader�a, perlas, piedras preciosas, oro, plata, especier�a � otra cualquier cosa � mercader�as de cualquier especie que se compraron, trocaren, fallaren, ganaren o hobieren dentro de los l�mites del dicho Almirantazgo". Col�n y Portugal Seg�n cronistas contempor�neos, Col�n lleg� a las costas del sur de Portugal (Lagos), cerca de Sagres, tras un dur�simo combate naval acaecido cerca del cabo de San Vicente, el 13 de agosto de 1476. Incendiado su barco, Col�n salv� su vida agarr�ndose a un remo y nadando hasta la costa. Empezaba la estancia colombina en Portugal, que dur� casi diez a�os, tan importantes y decisivos como misteriosos. Fue en el peque�o reino ib�rico, y de la mano de portugueses, donde aprendi� a conocer el oc�ano, a frecuentar las rutas comerciales que iban desde Islandia a Madeira, a tomar contacto con la navegaci�n de altura, con los vientos y corrientes atl�nticas y a navegar hasta Guinea. Dicen los cronistas que Col�n, una vez repuesto, march� de Lagos a Lisboa, donde se dedic� al comercio. En 1477 viaj� hasta Inglaterra e Islandia, y en 1478 se mov�a entre Lisboa y el archipi�lago de Madeira con cargamentos de az�car. Hacia 1480, parece que se cas� con Felipa Mo�iz, quien le ayud� a acreditarse y restaurarse y a moverse como vecino y cuasi natural de Portugal. De este matrimonio, naci� hacia 1482 en la isla de Porto Santo, del archipi�lago de Madeira, su sucesor Diego Col�n. �Conoc�a Col�n antes de 1492 las tierras de Am�rica? Hay grandes indicios y alguna prueba razonable, como el pre�mbulo de las Capitulaciones, de que Col�n, cuando elabor� su plan descubridor, sab�a m�s de lo que dec�a. Tal convencimiento, que se extendi� ya desde el principio entre los primeros pobladores y cronistas, se corresponde con el llamado "Predescubrimiento de Am�rica". Parece que, entre los a�os 1477 y 1482, en que Col�n no dej� de realizar frecuentes viajes a las islas Madeira, Azores y Canarias, algo trascendental, que �l califica de "milagro evident�simo", le sucedi�, si hacemos caso a sus palabras: "Me abri� Nuestro Se�or el entendimiento con mano palpable a que era hacedero navegar de aqu� a las Indias, y me abri� la voluntad para la ejecuci�n de ello. Y con este fuego vine a Vuestras Altezas". Los defensores del predescubrimiento de Am�rica sostienen que ese algo trascendental, repentino y milagroso que le sucede a Col�n en cualquier momento de estos a�os fue que alguien, con conocimiento de lo que dec�a, le inform� de la existencia de unas tierras al otro lado del oc�ano. Tal informaci�n aportaba detalles bastante ajustados sobre algunas islas y sus naturales, sobre ciertos parajes y, especialmente, acerca de las distancias. Ese alguien fue, seg�n unos, un piloto portugu�s o castellano (la conocida como "leyenda del piloto an�nimo") que al regresar de Guinea se vio impulsado por alguna tormenta hasta las Antillas. Tras un tiempo all�, regres�, se encontr� con Col�n, le inform� y muri�. Seg�n otra teor�a, la informaci�n colombina proceder�a, no de un europeo, sino de alg�n grupo ind�gena que en un desplazamiento por las Antillas se vio obligado a desviarse oc�ano adentro hasta encontrarse con Col�n. Ambas teor�as coinciden en se�alar que tal encuentro debi� producirse a bastantes leguas al Oeste de las Canarias, Azores o Madeira, en una zona que por aquel entonces frecuentaba. Crist�bal Col�n se sinti� elegido por la Providencia para descubrir aquellas tierras, y, a partir de ah�, comenz� a elaborar su proyecto, sabiendo que la mayor dificultad que iba a tener era c�mo articularlo te�ricamente para defenderlo ante los mayores expertos del momento: portugueses y castellanos. El proyecto descubridor colombino Por los a�os 1480-1482, Crist�bal Col�n era un buen navegante, un hombre pr�ctico y autodidacta, pero carec�a de ciencias y saberes te�ricos: "En la mariner�a me hizo abundoso; de astrolog�a me dio lo que abastaba, y ans� de geometr�a y aritm�tica". Para elaborar su plan descubridor, Col�n, que era m�s medieval que moderno, y se sent�a instrumento de la Providencia, utiliz� varias fuentes informativas: la Historia rerum ubique gestarum del papa P�o II; la Imago Mundi del cardenal franc�s Pierre d'Ailly; y la Correspondencia y Mapa que, en 1474, el sabio florentino Paolo del Pozzo Toscanelli hab�a hecho llegar al rey de Portugal a trav�s de su amigo, el can�nigo lisboeta Fernando Martins. De las dos primeras obras, que eran como enciclopedias del saber del momento y que estudi� muy detenidamente, como demuestran las casi 1.800 apostillas o anotaciones al margen, extrajo referencias muy concretas sobre parajes b�blicos, situados en el fin del Oriente, como el Para�so Terrenal, los Jardines del Ed�n, Tarsis y Ofir, el reino de Saba, los montes de Sophora, la isla de las Amazonas, que pronto situar�a en distintas zonas de las Indias, porque para �l all� estaba el extremo de Asia. De Toscanelli, que segu�a a Marco Polo, recogi� Col�n todo lo relativo al gran kan, a la tierra firme asi�tica (Catay, Mangi y Ciamba) y sobre todo al Cipango, isla distante 1.500 millas del Continente y famosa por su riqueza. Sin embargo, hay un punto en el que Col�n discrepaba del sabio florentino: las distancias entre ambos extremos del Oc�ano. Toscanelli asignaba al mismo 120 grados de la esfera terrestre (casi el doble de la que en realidad tiene), y, aunque situaba algunas islas en el camino, la empresa resultaba muy arriesgada. Por esta raz�n, los portugueses, tras estudiar el plan, lo rechazaron y archivaron. Col�n, sin embargo, sab�a que, en el cap�tulo de las distancias, Toscanelli estaba equivocado: al empezar el viaje descubridor, anunci� que las primeras tierras se encontrar�an a 800 leguas de las islas Canarias. Para defender su proyecto ante los expertos, ten�a que entrar en mediciones sobre el grado y la esfera terrestres. Coincide con Alfragano: 1 grado = 56 millas y 2/3 (milla �rabe de casi 2.000 metros); por tanto, la circunferencia del ecuador era igual a 20.400 millas. Esto dar�a 40.000 kil�metros para la circunferencia del ecuador (pr�cticamente la medida real). Sin embargo, Col�n achica la esfera terrestre y da al ecuador una medida de unos 30.000 kil�metros, es decir una cuarta parte menos, porque est� manejando la milla it�lica, de unos 1500 metros. Hacia 1483 o 1484 defendi� este proyecto ante los portugueses, que lo rechazaron. De mediciones, c�lculos y Toscanelli, ellos sab�an m�s que Col�n. No les aportaba nada nuevo y adem�s exig�a mucho. Col�n en Castilla A finales de 1484 o principios de 1485 dej� Portugal lo m�s secretamente que pudo y entr� en Castilla: "Siete a�os estuve yo en su real corte, que a cuantos se habl� de esta empresa todos a una dijeron que era burla", recordar�a despu�s. Tras arribar con su hijo Diego a alg�n puerto del golfo de C�diz, quiz� Palos de la Frontera, visit� el monasterio franciscano de Santa Mar�a de La R�bida, en donde siempre hall� Col�n ayuda material, amigos y conversaci�n. El 20 de enero de 1486, los Reyes Cat�licos recibieron por primera vez a Col�n en Alcal� de Henares (Madrid), y a continuaci�n nombraron una junta de expertos para valorar el proyecto colombino. La voz de la ciencia, al igual que en Portugal, le fue contraria. A pesar de que muchos no daban cr�dito a lo que promet�a, nunca faltaron protectores a Col�n. Algunos de los m�s constantes fueron frailes con influencia ante los Reyes, como el incondicional, buen astr�logo y entendido en navegaci�n, fray Antonio de Marchena. Otro religioso influyente, maestro del pr�ncipe don Juan, y siempre favorable a Col�n fue fray Diego de Deza. Es posible que el futuro descubridor revelase a ambos sus conocimientos en secreto de confesi�n. Un tercer religioso, decisivo en 1491 y 1492, fue el fraile de La R�bida, Juan P�rez. En la �ltima fase de la negociaci�n, adem�s de hombres de religi�n, el genov�s cont� con el apoyo de algunos cortesanos distinguidos, como fue el caso de Luis de Sant�ngel, Juan Cabrero o Gabriel S�nchez. Entre los a�os de 1487 y 1488, mientras esperaba en C�rdoba la decisi�n de los Monarcas, conoci� a Beatriz Enr�quez de Arana, una joven de humilde procedencia, que el 15 de agosto de 1488 le dio un hijo: Hernando Col�n. Para hacer frente a sus necesidades, trabaj� con sus manos pintando mapas de marear o portulanos que vend�a despu�s a los navegantes, e hizo de mercader de libros de estampa. En 1488, invitado sorprendentemente por el rey portugu�s Juan II, parece que hizo un viaje r�pido a Portugal. Poco despu�s, se mov�a por Andaluc�a y visitaba a los duques de Medinasidonia y a los de Medinaceli, mientras llegaba a su fin la guerra de Granada, que ten�a ocupados a los Reyes Cat�licos. Las Capitulaciones de Santa Fe Despu�s de muchas tentativas de que intercediera favorablemente de nuevo el monasterio de La R�bida y fray Juan P�rez, los Reyes Cat�licos, en un acto personal, no cient�fico, decidieron respaldar el plan colombino. El 17 de abril de 1492 se firmaron las Capitulaciones de Santa Fe o documento-contrato, que estipulaba las condiciones en que Crist�bal Col�n har�a el viaje descubridor. El documento tiene dos partes, un pre�mbulo sorprendente que dice as�: "Vuestras Altezas dan e otorgan a don Crist�bal Col�n en alguna satisfacci�n de la que ha descubierto en las Mares Oc�anas y del viaje que agora, con el ayuda de Dios ha de fazer por ellas en servicio de Vuestras Altezas, son las que se siguen". Ese "ha descubierto" es, para los partidarios de la teor�a del Predescubrimiento, la prueba documental decisiva, ya que Col�n se atribuye, antes de 1492, descubrimientos en el oc�ano que ahora transfiere a los Reyes Cat�licos, en virtud de lo cual estos le corresponden d�ndole una serie de privilegios, que forman la segunda parte del documento: 1�) El oficio de almirante de la Mar Oc�ana, vitalicio y hereditario, en todo lo que descubra o gane, y seg�n el modelo del almirante mayor de Castilla. 2�) Los oficios de virrey y gobernador en todo lo que �l descubra o gane. No se habla de hereditariedad. Para cubrir los cargos en las Indias, puede proponer terna a los reyes para que estos escojan. 3�) La d�cima parte de todas las ganancias que se obtengan en su almirantazgo. 4�) Que todos los pleitos relacionados con las nuevas tierras los pueda resolver �l o sus justicias. Este punto nunca se cumpli� porque estaba condicionado a los precedentes castellanos. 5�) El derecho a participar con la octava parte de los gastos de cualquier armada, recibiendo a cambio la octava parte de los beneficios. Con este documento capital y otras mercedes, se dirigi� a la villa de Palos a preparar la flota descubridora. |